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Crema de calabacín con crujiente de cebolla / Foto Cuchiflitos |
El calabacín es una verdura muy versátil que admite una
amplia variedad de elaboraciones. En sopas, cremas, al vapor, rebozado,
salteado, a la plancha, braseado, en tortilla, en pisto, como ingrediente
principal o acompañante; cualquier opción es válida para sacar partido a una
verdura que puede utilizarse cocinada o consumirse en crudo como parte de una
ensalada.
La mayor parte de su contenido es agua, por lo que su
valor calórico es realmente bajo, fuente de vitamina C, vitamina B3 y
provitamina A. Importante también por su importante aporte en potasio, pectina,
celulosa y fibra. Facilita las digestiones y, por su alto contenido en agua,
tiene efecto diurético, ayudando también a regular la función intestinal.
Se trata de una hortaliza de verano, aunque se encuentra
en el mercado en cualquier época del año. No obstante, su momento óptimo lo
alcanza en los meses de julio a septiembre, y también su mejor precio.
Admite elaboraciones diversas, incluido el uso de la
flor, pero en esta ocasión elegimos una de las más sencillas, una humilde crema
de calabacín a la que daremos un toque crujiente coronándola con un toque de
cebolla.
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Cebolla frita, el toque crujiente / Foto Cuchiflitos |
Ingredientes
- 2 calabacines
- 1 cebolla o 3 chalotas pequeñas
- 1 patata pequeña (opcional)
- ½ tarrina de queso Mascarpone o cualquier queso cremoso
- 100 ml de nata para cocinar
- Cebolla frita
- Aceite de oliva
- Agua
- Sal
- Pimienta
Elaboración
Pochamos en una cacerola la cebolla o la chalota picada
en trocitos finos. Si elegimos la chalota obtendremos un sabor más suave, pero
es cuestión de gustos. Añadimos una pizca de sal y rehogamos a fuego medio.
Lavamos y troceamos el calabacín en cuadrados regulares.
Cuando la cebolla esté transparente incorporamos el calabacín y removemos. Sazonamos
ligeramente.
Si queremos dar más cuerpo a la crema es el momento de
pelar y trocear una patata pequeña, chascándola para que engorde el caldo, y
añadirla a la cazuela, rehogando ligeramente. Si lo que pretendemos es obtener
un puré de textura muy ligera –y también menos calórico- obviaremos el uso de
la patata.
Cubrimos con agua y llevamos a ebullición manteniéndolo a
fuego moderado durante 12-15 minutos. Si el calabacín es tierno será tiempo
suficiente; en cualquier caso, si hemos optado por añadirle patata será esta la
que marque el punto de cocción. Rectificamos de sal, si fuera necesario, y añadimos un toque de pimienta.
Mientras tanto, volcamos el queso con la nata en el vaso
de la batidora y montamos ligeramente hasta que la mezcla aumente el volumen.
Introducimos la pasta en una manga pastelera y reservamos.
Retiramos la cacerola del fuego y dejamos atemperar.
Trituramos hasta obtener una crema suave. Si queremos una mezcla más fina lo
pasamos por el chino. Servimos en vasos.
Con la mezcla de la manga pastelera creamos filigranas
sobre la crema y coronamos con una cucharadita de cebolla frita, que
encontramos ya elaborada en cualquier supermercado.
La cebolla le proporciona un toque crujiente y contribuye
a subir el sabor de la crema pero podemos utilizar cualquier otro elemento a
nuestro gusto, como maíz tostado picado o unos sencillos picatostes.
¡Buen provecho!
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