ENSALADAS, MUCHO MÁS QUE LECHUGA Y TOMATE

Ensalada de alcachofa y pimiento del piquillo / Foto Cuchiflitos

La primavera marca el final del ciclo de invierno y abre las puertas a la luz, la claridad, los días más largos y el deseo de disfrutar de ellos. Se aligera la ropa y también los alimentos y comienzan a llegar a los mercados frutas y verduras que alegrarán las mesas y los paladares.
Junto con la primavera llega también la proliferación de las dietas que –como explicamos en un post anterior- prometen un “efecto milagro” a cambio de una dudosa relación de alimentos vendidos como “sanos”, aunque no siempre lo sean. En muchas de esas dietas se recomiendan las ensaladas, pero en ocasiones sólo la palabra ya produce rechazo, al asociarse a una comida de escaso sabor y muy aburrida.
Lejos de eso, las ensaladas abren un abanico de posibilidades infinito, con el único límite que impone la imaginación. Una ensalada es mucho más que lechuga y tomate y permite mezclar verduras, frutas, hortalizas, pasta, legumbres y frutos secos, incluso hongos que, si se tiene la oportunidad de recolectarlos en el campo, añaden un plus de sabor y delicadeza a la preparación.

La ensalada, aliñada con aceite de oliva y balsámico
Lo importante es disponer de los productos de forma atractiva, que resulten agradables a la vista, y deshacerse de prejuicios a la hora de combinarlos. Una mezcla de lechugas dará colorido a una ensalada, pero no todos la toleran, por lo que puede sustituirse por cualquier otro ingrediente, como canónigos, repollo cortado en juliana, remolacha, unas hojas de rúcula o unos brotes tiernos. Alcachofas, pimientos, calabacín escaldado o a la brasa, unos aros de cebolla a la plancha… cualquier producto puede servir para preparar una buena, sabrosa y sana ensalada. Si se acompaña de un trozo de pescado, fresco o en conserva, pasará de ser un aperitivo o primer plato a convertirse en un plato único, repleto de vitaminas y proteínas que satisfagan buena parte de las necesidades alimenticias de la jornada. Un buen aliño con aceite de oliva virgen extra y unas gotas de vinagre –de vino, de manzana, de ajo, balsámico- o de limón, convertirán lo que podría haberse considerado un plato sin gracia en un auténtico manjar.
¿Probamos con algo diferente? Pues vamos a preparar una sencilla ensalada con alcachofas en conserva y pimientos del piquillo. Los disponemos en un plato y acompañamos con unas aceitunas. Aliñamos con chorrito de aceite de oliva y decoramos con crema de balsámico. ¡Y listo!

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