SAL DE MI VIDA



La sal, además de realzar y modificar el sabor de los alimentos haciéndolos más apetitosos, es un nutriente imprescindible para nuestro organismo; sin  embargo  su uso en exceso puede causar serios problemas de salud.

Alcanzar la dosis necesaria  de  sodio, estimada en un gramo al día, es relativamente fácil ya que, en su estado natural, alimentos como las carnes rojas, los mariscos, las vísceras o algunas verduras como las acelgas, la contienen en dosis considerables. Si a estas sales naturales añadimos la usada en la cocina -en la mesa, y especialmente la contenida en alimentos elaborados como embutidos, quesos curados, conservas enlatadas, patatas fritas, cubitos de caldo, pan, aceitunas e incluso bebidas gasificadas- podríamos llegar a multiplicar por diez la cantidad diaria de sal recomendada.

Para paliar en parte los efectos nocivos de esta ingesta excesiva  de sodio, es recomendable añadir a nuestra dieta frutas, verduras y semillas ricas en potasio, calcio y mineralesv tales como judías pintas, germen de trigo, soja y nueces; también plátanos, berros, zanahorias, zumo de naranja, fresas, tomates, y dátiles.



El mercado ofrece una gran variedad de tipos de sal, pero  todas tienen su origen en el mar, bien obtenidas por evaporación directa de las aguas marinas, o bien por la extracción de los sedimentos marinos tras la retirada de las primitivas aguas oceánicas.

Las diferencias de sabor y textura entre sales marinas o de mina, vienen dadas por la presencia de determinados oligoelementos en los lugares de extracción,  o bien por los sistemas de obtención y tratamiento; otras veces, es la industria alimentaria  la que modifica el sabor de las sales, añadiendo componentes que las hacen más atractivas al consumidor.

No obstante, y a pesar de este amplio abanico de sales tan ricas en sabores, texturas y colores, deberíamos acostumbrar nuestro paladar a disfrutar del gusto propio de los alimentos y, si eso no fuese posible, las especias, las hierbas aromáticas y los cítricos son un buen sustitutivo.

Como muestra proponemos la mezcla de dos cucharaditas de ajo en polvo, una cucharadita de albahaca seca, una de orégano, media de pimienta molida y una de cáscara de limón rallada y seca. Atrévete y verás que rico.

Curiosidades

La sal de mesa granulada contiene aditivos para evitar su apelmazamiento. A veces aporta sabores propios que la hacen inapropiada para su uso en salmueras y encurtidos.

La sal yodada está enriquecida con yodo. Cuando se disuelve en agua clorada desprende un olor que recuerda al de las algas marinas.

La sal en escamas se obtiene  por evaporación superficial del agua de mar; si se añade a un alimento en el momento de presentarse en la mesa,  se consigue una textura crujiente y un estallido de sabor.

La llamada Flor de Sal se produce en yacimientos salinos; también presenta  forma de escamas. Es muy aromática pero la complejidad de su extracción y sus tratamientos posteriores hacen que su precio sea elevado, por lo que se recomienda para su uso en la mesa y no en la cocina.

Sal Kosher se usa en la religión judaica para extraer la sangre de la carne recién cortada.

La sal marina sin refinar se obtiene de una lenta y progresiva concentración del agua de mar que puede durar hasta cinco años. Es muy densa en sabor y olor.

También existen sales con sabores, que junto al suyo salado aportan otros como ajo, apio, e incluso humo, y con colores como la sal roja con arcilla o la negra con carbón vegetal.

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