LAS FRESAS: DE TODO CORAZÓN


Son una de las frutas más apetecibles, sea cual sea su forma de tomarlas. Su característico color inunda los mercados desde enero a junio, aunque tradicionalmente se ha considerado una fruta de primavera; no obstante, la producción en invernaderos permite disfrutar de ella durante más tiempo.
En realidad, la fresa es un falso fruto del fresal, ya que los verdaderos frutos son los aquenios, los “granitos” o “semillas” que vemos en su superficie.
De sus numerosas variedades destacan la fresa europea, más pequeña y delicada, de sabor más dulce, y la americana o fresón, que presenta un tamaño mayor pero de sabor más tenue y menos dulce.
Es un alimento indicado en dietas hipocalóricas, y sus numerosas cualidades nutritivas y terapéuticas las convierten en una fruta idónea para uso culinario y en la medicina natural.
Contiene muy pocas dosis de azúcares, lo que la hace indispensable en dietas de adelgazamiento y un aliado para las personas que padecen diabetes. Además, tiene un alto poder diurético y actúa como potente depurativo, ayudando a eliminar toxinas y acumulación de líquidos. A esto ayuda su valiosa aportación de fibra, que contribuye a eliminar residuos orgánicos.

Su forma de corazón ya da pistas sobre algunas de sus propiedades: ayuda a regular los niveles de colesterol en sangre, por su alto contenido en ácido ascórbico, pectina y lecitina, que contribuyen a reducir la posible incidencia de enfermedades del sistema circulatorio. Tiene también propiedades antiinflamatorias, por su contenido en ácido salicílico, lo que permite combatir las infecciones, sobre todo del aparato digestivo. Sus hojas tomadas en infusión están recomendadas en casos de diarrea y vómitos.
En cuanto a su aporte nutricional, la fresa es rica en vitamina C, indispensable como antioxidante, pero también tiene propiedades antianémicas, por lo que se recomienda a los niños en épocas de crecimiento.
Contiene betacarotenos y vitamina E y grandes cantidades de agua, un buen aporte de calcio, hierro y potasio, cantidades moderadas de hidratos de carbono y muy pocas grasas y proteínas.
Solas, con zumo de naranja, con nata, bañadas en chocolate, o con gelatina. Son sólo algunas de las aplicaciones más simples de las fresas en la cocina. Pero no es únicamente ese su uso, ya que son ingrediente imprescindible en numerosos preparados de belleza caseros.

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